En el corazón de la Comunitat Valenciana, donde el cultivo de cítricos es un emblema del paisaje agrícola, un problema cada vez más agresivo está dejando huella: el golpe de sol. Lo que antes se consideraba un problema puntual, hoy se está volviendo habitual, afectando a más explotaciones, deteriorando la calidad de la fruta, reduciendo su valor comercial y mermando los ingresos del agricultor. Con veranos cada vez más calurosos e inestables, este reto agronómico exige una respuesta técnica inmediata por parte de agricultores y asesores.
El golpe de sol ocurre cuando los frutos quedan expuestos a una radiación solar directa e intensa durante periodos prolongados, especialmente en jornadas donde se superan los 38 °C y no hay refresco térmico nocturno. Este desequilibrio térmico impide que la planta se recupere, generando quemaduras epidérmicas que van desde daños estéticos hasta necrosis total.
Factores que agravan la situación:
Exposición directa por escasa cobertura foliar
Altas temperaturas nocturnas que prolongan el estrés
Riegos inadecuados o mal programados
¿El resultado? Frutos, especialmente los orientados al sol de tarde, literalmente quemados en el árbol.
Ciertas variedades presentan una mayor sensibilidad al golpe de sol por sus características fisiológicas y estructurales. Navelina, Clemenules, Lane Late u Oronules son especialmente susceptibles.
Además, podas excesivas o el debilitamiento natural del follaje pueden dejar a la fruta sin la protección necesaria frente al sol directo. Una masa foliar pobre no puede cumplir su función de sombrilla en las horas más críticas.
Otros factores de riesgo:
Follaje escaso por podas agresivas
Estrés hídrico por déficit o mala gestión del riego
Orientación de las hileras que expone la fruta en las horas de mayor radiación
El golpe de sol no es solo un problema visual. Tiene consecuencias directas sobre la rentabilidad:
Necrosis en la piel del fruto, reduciendo el valor comercial
Aumento de costes de clasificación, al separar frutos afectados
Abscisión o caída del fruto, en los casos más graves
Mayor volumen de destrío, con pérdidas por segunda categoría o eliminación total
Para muchos productores, esto implica menor precio por kilo, menos volumen exportable y mayores costes postcosecha: una combinación letal para la campaña.
Evaluar la exposición tras la poda: evitar dejar fruta demasiado expuesta en zonas sensibles.
Ajustar los riegos según la demanda real: evitar el estrés hídrico en las horas de máximo calor.
Aplicar protectores foliares: caolín y otros productos autorizados pueden reflejar la radiación solar.
Monitorear temperaturas extremas: mediante sensores o estaciones agroclimáticas, planificar las intervenciones.
Diseñar podas más conservadoras en zonas críticas para preservar la sombra natural.
Introducir cubiertas vegetales que reduzcan la temperatura ambiente.
Planificar nuevas plantaciones considerando la orientación para minimizar exposición solar directa.
Optimizar el sistema de riego: sectorización y uso de sondas de humedad para un control más preciso.
Integrar datos climáticos y fisiológicos en el asesoramiento técnico para tomar decisiones más acertadas.
El golpe de sol en cítricos ha dejado de ser un incidente puntual para convertirse en un riesgo sistémico en la Comunitat Valenciana. Ante un clima cada vez más exigente, agricultores y técnicos deben actualizar sus estrategias de manejo. Ya sea que dirijas una explotación de exportación o un campo local, proteger la fruta del sol es vital.
Replantear la poda, incorporar tecnología y anticiparse al estrés ambiental no son opciones, son necesidades. El momento de actuar es ahora. El sol no espera.